"The decision to relax rather than to grip even in the face of impatience or fear is a conscious and brave choice" B.K.S. Iyengar

viernes, 18 de marzo de 2011

No me sigas...

Vi una vez una calcomanía en el parachoques de un automóvil que decía: “No me sigas —estoy siguiendo mi dicha”.
¡Que consejo tan bueno! ¿Cuánto más creativa y exitosa sería tu vida si permanecieras fiel a ti mismo en vez de imitar el camino elegido por otros?
En la película de Monty Phyton titulada: La vida de Brian, un maleante durante el tiempo de Jesús elude a los soldados romanos disfrazándose de maestro.
Brian se para sobre una caja en la plaza de la ciudad y comienza a decir palabras de verdad en broma y sin base. Tan pronto como los soldados se van, Brian se dirige hacia los límites de la ciudad, sólo para descubrir que una multitud lo seguía. Pronto, la multitud aumenta de cientos a miles, pidiendo a su maestro que les enseñara.
Finalmente, Brian se vuelve a ellos y le grita:
“Yo no soy su maestro —¡váyanse!”
“¡Pero, maestro!” exclama una voz desde la multitud, “enséñanos cómo irnos”.
Muchos de nosotros hemos dado nuestro poder, nuestras mentes y nuestro dinero a personas quienes creemos que nos pueden decir cómo vivir. Y muchos maestros nos han dado buenos consejos. Mas estos consejos son realmente útiles sólo si resuenan profundamente en nosotros y nos sentimos cómodos con ellos.
De manera que el maestro no nos dio nada que ya no tuviéramos; simplemente nos mostró lo que ya sabíamos.
Un gurú falso es alguien quien se sienta a la orilla de un río a vender botellas de agua del río. Cualquiera puede ir directamente al río y sacar agua sin necesidad de un intermediario.
Hay dos tipos de gurús: quienes tienen a sus alumnos enganchados en agua embotellada y se mantiene aumentando el precio, y quienes enseñan a sus estudiantes cómo sacar su propia agua.
Los mejores maestros son aquéllos quienes dejan de hacer el trabajo.
Hace años me involucré mucho con un maestro que decía estar iluminado. Sus estudiantes lo adoraban más que a las enseñanzas y yo era uno de ellos. Di mi poder a este hombre e hice cambios en mí para ser parte del grupo. Pero cada vez que era parte del grupo, me estaba traicionando a mí mismo.
A la larga un escándalo reveló que el maestro había estado mintiendo a los estudiantes y estaba envuelto en actividades ocultas contrarias a sus enseñanzas. Cuando la mentira se hizo pública, me sentí consternado, defraudado y enojado.
Culpé al maestro por engañarme. Sin embargo, después de un poco de introspección, me di cuenta que yo me había engañado a mí mismo. Si me hubiera mantenido fiel a mí mismo, nunca me hubiera convertido en una de las ovejas.
Entonces comencé a apreciar la experiencia. Me di cuenta de que el propósito de que me involucrara con el maestro no eran las lecciones que daba, sino para aprender a seguir mi espíritu en lugar de a la manada. De repente, todo el proceso fue inmensamente valioso para mí y me reí de ello. Valió la pena la experiencia de aprender cómo respetar mi Ser sagrado más que a la autoridad externa.
Todos tenemos mucho valor y mucha belleza individual para hacer algo común de lo que Dios creó con tanta brillantez inmaculada. Mas la mayoría de las personas pasan la mayor parte de sus vidas tratando de seguir los pasos de otros.
A la larga se frustran y descorazonan, porque no han hecho lo único que les podría proporcionar una recompensa verdadera —vivir con autenticidad.
Emerson declaró: “La imitación es suicidio”.
Tu única guía confiable es tu propia dicha. Dios en ti nunca permitirá que te alejes del camino. El mismo Dios que guió a Jesús, Moisés, Buda, Mahoma y todo gran maestro, te guiará a ti también. No puedes permitirte seguir a un Dios fotocopiado. No te conformes con la verdad de otra persona. Esa persona puede inspirarte, pero debes reclamar tu vínculo directo con Cristo en ti, con Dios.
Si te sientes tentado a llevar a Dios o a la Verdad a otros, ten cuidado. El regalo más grande que puedes dar a otros es la inspiración para que encuentren perfección en sí mismos. El cielo no tiene asientos para los admiradores. No seas uno ni busques uno. Busca la luz y eso es lo que encontrarás. ¿Hay alguna otra cosa que desearías realmente?
Caminamos unos al lado de otros, pero cada uno de nosotros debe seguir su propia verdad. Hay muchos caminos hacia la cima de la montaña; el único que te llevará allí es el que tiene tu nombre.
De modo que tengamos fe en nosotros mismos, tengamos fe en que Dios conoce los deseos de nuestro corazón, aun antes de que los expresemos.
Tenemos la esencia misma de Dios en nosotros, en nuestros corazones y somos merecedores de todo bien. ¡Celebremos juntos esta verdad!
Que nuestras vidas canten con regocijo la canción que Dios ha puesto en nuestros corazones.

Por Marta Brigida

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