"The decision to relax rather than to grip even in the face of impatience or fear is a conscious and brave choice" B.K.S. Iyengar

viernes, 27 de agosto de 2010

La Meditación


La mayoría de las descripciones de la meditación y del inconsciente adolecen de falta de interés para los factores del desarrollo y la evolución. Tienden a suponer que el inconsciente es sólo el inconsciente sumergente (sublimal, filtrado,bloqueado o automatizado) y por consiguiente ven la meditación como una forma de invertir un estado desagradable de la situación en esta vida; es decir, un modo de forzar la entrada en el inconsciente. La meditación se imagina como un método para levantar la depresión, detener el filtraje, desautomatizar la automatización o desenfocar el enfoque. En mi opinión, estos aspectos, por significativos que sean, son los más secundarios de todo tipo de meditación.
La meditación es, como mínimo, un camino instrumental mantenido hacia la trascendencia. Y dado que, como hemos visto, trascendencia es sinónimo de desarrollo, se deduce que la meditación es simplemente desarrollo o crecimiento mantenido. No es primordialmente un modo de invertir las cosas, sino de llevarlas adelante. Es el despliegue natural y ordenado de unidades sucesivas de orden superior, hasta que sólo exista la Unidad, hasta que todo el potencial se haya realizado, hasta que el campo inconsciente se abra como Conciencia. Es lo que un individuo, en el estado actual de evolución humana, debe hacer para desarrollarse más allá de dicho estado y avanzar hacia ese único Dios, meta de toda la creación.
Así pues, la meditación tiene lugar del mismo modo que todas las demás etapas del crecimiento o emergencia. Se resuelve una traducción, sin llegar a dominar exclusivamente la conciencia, y se transforma en una traducción de orden superior (se recuerda una estructura profunda de orden superior, que domina y crea nuevas estructuras superficiales). Existe diferenciación, desidentificación, trascendencia e integración. La meditación es evolución, es transformación; en realidad no tiene nada de especial. Al ego le parece misteriosa y enmarañada, porque supone un desarrollo más allá del mismo. La meditación es al ego lo que el ego es al tifón: un estado de desarrollo más avanzado. Sin embargo, el proceso de crecimiento y emergencia es exactamente el mismo; la secuencia que nos llevó del tifón al ego es la misma que nos conduce del ego a Dios. Es un proceso de crecimiento, no de excavación.
El primer punto que deseo aclarar es que la mayoría de las visiones de la meditación suponen que los reinos transpersonales (sutil y causal) forman parte del inconsciente sumergente o inconsciente sumergente reprimido y que la meditación significa levantar la represión. Sin embargo, lo que yo sugiero es que los reinos transpersonales forman, en realidad, parte del inconsciente emergente y la meditación se limita a acelerar la emergencia.
No obstante, cuando una persona –digamos un joven– comienza a meditar, son muchas las cosas que empiezan a ocurrir, algunas de las cuales sólo están relacionadas incidental y remotamente con el propio proceso de crecimiento y trascendencia, lo que complica considerablemente la visión global de la meditación. Teniendo esto en cuenta, me gustaría hablar en primer lugar de la naturaleza de la propia posición meditativa, para tratar a continuación de su proceso general y completo.
Para empezar, observamos que toda transformación en el desarrollo precisa la claudicación de la traducción presente (o, mejor dicho, de la exclusividad de dicha traducción). Para una persona normal que haya ya evolucionado desde el pleroma al tifón y al ego, la transformación a los reinos sutil y causal exige que la traducción egoica se someta y se rinda (no que se destruya). Estas traducciones egoicas están generalmente compuestas de ideas verbales y conceptos (así como de las reacciones emotivas a dichas ideas). Por consiguiente, la meditación consiste, en un principio, en un modo de romper la traducción conceptual con el fin de abrir paso a la transformación al nivel sutil.
En esencia, esto significa frustrar la traducción actual y estimular la nueva transformación. Como se explica en La conciencia sin fronteras, esta frustración/ estímulo se crea por medio de condiciones especiales, tales como preceptos morales, régimen alimenticio, votos y otras condiciones de régimen más interno como la oración, los cánticos y la meditación.
El corazón de las condiciones especiales es una actividad que abarque cualquiera de las características principales de la esfera superior que se persigue. Es decir, el individuo aprende cómo empezar a traducir su realidad, según una de las principales características del reino superior deseado. Por consiguiente no usa signos, sino símbolos, abriéndose así a una transformación en lugar de a una mera traducción. Por ejemplo, se le muestra al individuo un símbolo de la divinidad yidam (o ishtadeva), que precisamente por tratarse de un símbolo no corresponde a nada en su actual realidad.
El sujeto construye o traduce dicho símbolo en su propia conciencia, hasta el punto en que el yidam sutil emerge realmente del campo inconsciente en pleno concienciamiento. El individuo se identifica (como ocurre, como hemos visto, con todo desarrollo) con dicha estructura superior, que rompe su traducción inferior como ego y lo eleva a la estructura superior. Entonces ve (traduce) la realidad desde el punto de vista superior de la Divinidad; en este caso el sutil superior habrá emergido, porque el sujeto lo ha evocado como proceso de crecimiento y trascendencia desde su campo inconsciente.
El Maestro (gurú, roshi, etc.) se limita a seguir frustrando las viejas traducciones, para vencer antiguas resistencias y estimular la nueva transformación forzando condiciones especiales. Esto es cierto en todas las formas de meditación: de concentración o receptiva, mántrica o silenciosa. En la meditación concentrativa, la condición especial tiene una forma determinada, mientras que en la meditación receptiva «carece de forma»; sin embargo, ambas son condiciones especiales obligatorias y el individuo que deja escapar de su concienciamiento su carencia de forma o desenfoque recibe un castigo tan severo como el que olvida su koan.
En teoría, es lo mismo que pedirle a un niño que exprese en palabras algo que preferiría representar tifónicamente. Le pedimos al ego que vaya un paso más allá y estructure en formas sutiles lo que de preferencia interpretaría conceptualmente. El crecimiento tiene lugar al aceptar traducciones superiores, hasta que uno llega realmente a transformarse en el propio reino superior. Dado que algunas de las características principales de dicho reino superior incluyen la atemporalidad transtemporal, el amor, la ausencia de evitaciones o despegos, la aceptación total y la unión sujeto‑objeto, éstas suelen ser por lo general las condiciones especiales de la meditación («permanecer siempre en el presente; reconocer las evitaciones; ser sólo amor en todas las condiciones; convertirse en uno con la meditación y con el mundo; aceptarlo todo ya que todo es Buda»; etc.). Nuestros padres nos ayudaron a trasladamos desde el primer piso hasta el quinto, imponiéndonos condiciones especiales de lenguaje y autocontrol egoico. Asimismo, el Maestro nos ayuda a desplazarnos del quinto al décimo, imponiéndonos las condiciones del décimo para que practiquemos.
Esencialmente, no importa que las condiciones especiales usen un modo de meditación concentrador‑absorbente o receptor‑afocal. El primero rompe la traducción inferior y egoica interrumpiéndola y el segundo observándola. Ambos tienen en común la misma esencia y eficacia; bloquear una traducción por medio de la concentración o contemplar la traducción por vía del desenfoque sólo puede realizarse desde el próximo nivel superior. Ambos conducen a la misma meta. la desintegración de una traducción de orden inferior. Además, ambos son procesos intensamente activos. Incluso la «receptividad pasiva», como dice Benoit, equivale a actividad en un plano superior. (Esto no significa, sin embargo, que el modo receptor‑afocal y el concentrador‑absorbente sean idénticos, o que produzcan los mismos resultados secundarios. Esto será evidente cuando esbocemos el proceso de una meditación típica.)
Pero antes de hablar de lo que ocurre en la meditación, es importante comprender que no todas las escuelas aspiran al mismo reino general de la conciencia. En realidad, como ya hemos sugerido en capítulos anteriores, los reinos transpersonales y superconscientes se dividen en varios niveles (sutil inferior y superior, causal inferior y superior, etc.). Muy pocas religiones son conscientes de estas distinciones, por lo que muchas se han «especializado» más o menos en un nivel u otro. Así pues, las propias prácticas de meditación se dividen en tres categorías principales (véase Bubba Free John).
La primera categoría es la del Nirmanakaya, que se ocupa de las energías corporales o tifónicas y de su transmutación a la región sutil inferior, culminando en el sahasrara. Incluye el yoga batha, el yoga kundalini, el yoga kriya, el pranayama y, en particular, todas las formas de yoga tántrico. El objetivo de la categoría del Nirmanakaya, como ya he mencionado, es el sahasrara, el chakra superior y lo ejemplariza el Patanjali.
La segunda categoría es la del Sambhogakaya, que se ocupa de las regiones sutiles superiores y aspira a las siete (o diez) esferas interiores de bienaventuranza y realización audible, que emanan dentro y más allá del sahasrara. En esta categoría se incluye el yoga Nada y el yoga Shabd, como lo muestra Kirpal Singh.
La tercera categoría es la del Dharmakaya, que trata de las regiones causales. No opera con la manipulación de la energía tántrica, ni con luz sutil y absorción de sonido, sino interrogando el propio campo causal de la conciencia, interrogando la esencia del yo o el sentido de autoindependencia, incluso dentro y a través del Testigo Trascendente de la región causal, hasta extirpar todas las formas de dualismo sujeto‑objeto.
Constituyen ejemplos de esta categoría las obras de Sri Ramana Maharashi, Bubba Free John, el budismo Zen y el hinduismo Vedanta. En la terminal de cada camino, uno puede caer en la Sustancia anterior de todos lo reinos, el Svabhavikakaya, a pesar de que esto es más fácil y probable cuanto más elevado sea el camino que uno elija inicialmente.
Supongamos ahora que un adulto joven comienza a practicar el budismo Zen, ya sea en la forma de koan concentrador o en la de shikan‑taza repetitivo. Usadas correctamente, ambas son prácticas Dharmakaya y por consiguiente es de esperar que se vean abundantes manifestaciones de nivel inferior en las etapas intermedias.
En primer lugar, la práctica de la meditación comienza a romper la traducción egoica presente, ya sea parándola (koan) u observándola (shikan). Wasliburn nos ofrece un agradable relato de algunos aspectos específicos de este proceso («la reducción de intensidad de su umbral» y «la inmovilización de sus operaciones psíquicas» son dos formas de desarticular las traducciones de un nivel determinado, requisito previo indispensable para dejar de reprimir el nivel inferior y facilitar la transformación ascendente). Cuando la traducción egoica presente comienza a desprenderse, el individuo se halla expuesto en primer lugar al inconsciente sublimal sumergente (el inconsciente sumergente no reprimido en general), que incluye, entre otras cosas, «innumerables aspectos desapercibidos de las experiencias, adoptados por la costumbre, el condicionamiento, o las exigencias de la situación». Toda clase de recuerdos aparece en la superficie: recuerdos filtrados, recuerdos insignificantes y recuerdos no reprimidos, si no son simplemente olvidados o preconscientes. Uno puede pasar meses «en el cine» observando lo sublimal sumergente que reaparece en el concienciamiento y se exhibe ante el ojo interno.
Sin embargo, con el progreso de la meditación se socavan lentamente los aspectos más resistentes de la traducción egoica y se desmantela su exclusividad. Es decir, se rompe el vínculo entre el inconsciente encastrado y su identificación inconsciente como objeto del concienciamiento, o por lo menos deja de dominarlo. Washburn afirma que la inmovilización psíquica (el paro de la traducción egoica) «lleva al concienciamiento operaciones psíquicas inconscientes entorpeciendo su funcionamiento normal», de modo que «uno puede comenzar a mirarlas, en lugar de mirar, como había sido el caso hasta entonces, a través de ellas». Creo que éste es un punto importante, pero yo agregaría que es aplicable básicamente al inconsciente encastrado, ya que, por ejemplo, no llevamos al inconsciente causal emergente al concienciamiento «entorpeciéndolo», sino permitiendo en primer lugar que emerja, al igual que no llevamos las matemáticas al concienciamiento por medio del entorpecimiento, sino comenzando por aprenderlas.
En todo caso, el inconsciente encastrado, al verse «entorpecido», comienza a desatarse de su anclaje habitual. Ahora bien, recordemos que las traducciones del inconsciente encastrado, en un nivel dado del autosistema, eran represoras sin ser reprimidas. Naturalmente, al relajarse el represor, lo reprimido tiende a emerger. Es decir, que el inconsciente sumergente reprimido tiende ahora a flotar —o a veces irrumpir— en el concienciamiento. El individuo se enfrenta a su sombra (y en ocasiones a las fantasías primarias o arcaicas del inconsciente arcaico). Un individuo puede pasar meses o incluso años luchando con su sombra y éste es un caso en el que la terapia ortodoxa puede ciertamente complementar la meditación. (A propósito, obsérvese que lo que se libera en esta situación es el inconsciente sumergente reprimido y no necesariamente el inconsciente emergente sutil o causal, a no ser que éstos se hallen en el inconsciente emergente reprimido, oculto por las mismas defensas que oprimen la sombra. Esto es sin duda posible, e incluso hasta cierto punto probable, aunque en general las defensas que operan contra la sombra reprimida y las que lo hacen contra un dios emergente son de distinta naturaleza.)
Lo que ha ocurrido hasta esta etapa de la meditación es que el individuo —gracias a la disolución de la traducción egoica y del inconsciente encastrado— ha «revivido» su vida hasta entonces. Se ha abierto a todos los traumas, fijaciones, complejos, imágenes y sombras de todos los niveles anteriores de su conciencia que han emergido en su vida (el pieromático, el urobórico, el tifónico, el verbal y el egoico mental). Todo está, en cierto sentido, expuesto a examen, en particular los «aspectos dolorosos», como las fijaciones y represiones propias de los cinco primeros pisos de su existencia. Hasta este momento de la meditación ha visto el pasado y puede que el pasado de la humanidad. En adelante ve el futuro propio, así como el de la humanidad.
A propósito, Washburn ha sugerido que sólo la meditación receptiva conduce directa e inmediatamente al inconsciente, mientras que la meditación absorbente «está tan absorta en su objetivo que todo lo demás, incluidos los mensajes del inconsciente, es inaccesible a la conciencia; y debido a ello, la confrontación con el inconsciente sólo puede tener lugar después de desechar el objetivo, o cuando la práctica ha concluido»? Una vez más, creo que está en lo cierto, aunque esto sólo sea aplicable a ciertos aspectos del inconsciente en desarrollo, especialmente el arcaico, el sumergente y el encastrado. Mientras la práctica concentrativa esté en plena actividad, ninguno de dichos aspectos del inconsciente logrará «inmiscuirse». Sin embargo, esto no afecta, por ejemplo, al inconsciente sutil emergente, porque en el estado de absorción propio del yidam, mantra o nada, uno está directamente en contacto con dicho estado anteriormente inconsciente. Aunque uno no lo reconozca como objeto, que es lo que ocurre, sigue abierto intuitivamente a lo sutil como tal. El camino de la concentración ha revelado este aspecto sutil del inconsciente emergente de un modo perfectamente directo e inmediato, durante el transcurso de la propia meditación.
Sin embargo, absorbido lo sutil, la verdad es que ningún otro objeto tiende a aparecer en el concienciamiento, incluida, por ejemplo, la sombra. No obstante, la meditación sutil ayuda realmente a romper la traducción egoica, de modo que cuando cesa la absorción sutil uno está ciertamente abierto al influjo de la sombra, tal como lo describe Washburn. Evidentemente, con la meditación repetitiva uno se abre a lo que aparezca cuando aparezca, lo que le permite «ver» la sombra en aquel mismo momento, cuando ésta deja de estar reprimida. Asi pues, en mi opinión, lo que dice Washburn es realmente aplicable a la sombra, pero no al inconsciente emergente.
Cuando lo sutil emerge en el concienciamiento desde el campo inconsciente, aparecen varias visiones arquetípicas superiores, sonidos e iluminaciones. No es necesario que repita ahora la descripción que ya he ofrecido del reino sutil. El caso es que van emergiendo traducciones cada vez más sutiles, que acaban por ser desestimadas y tiene lugar una transformación a traducciones nuevas y más sutiles. Esto no es más que desarrollo en el reino sutil. Una de las formas de describirlo es como sigue:
Son los impulsos más fuertes los primeros en verse afectados y cuando éstos empalidecen, el mediador comienza a discernir los más sutiles, al igual que con la puesta del sol aparecen las estrellas. Sin embargo, esos impulsos sutiles también van menguando, permitiendo la distinción de otros todavía más sutiles. Es interesante constatar que éste no es un proceso perfectamente continuo, ya que durante la meditación se dan interludios de auténtico silencio, durante los cuales uno cruza, al parecer, una especie de «membrana» psíquica que separa el nivel presente del próximo y más sutil. Salvada dicha valla, se resume la actividad psicomental...; pero su carácter es mucho más refinado y dilatado.
Las «membranas» son simplemente los procesos de traducción de cada nivel, que impiden la penetración de los demás niveles, separándolos del presente; el hecho de «salvar dicha valla» es simplemente una transformación a una traducción superior, más sutil y «más dilatada». «El nuevo umbral (la nueva traducción) que se establece entonces puede ser a su vez reducido (transformado) continuando con la meditación, y así sucesivamente. En cada caso, una nueva gama de objetos sutiles de baja intensidad se hace accesible a la percepción interna del mediador.»
A pesar de que estos sonidos e iluminaciones son el objetivo de los Sambhogakayas, desde el punto de vista de los Dharmakayas no son más que makyo (producciones inferiores). Así pues, si prosigue la meditación hacia el reino causal, todos los objetos anteriores, tanto sutiles como ordinarios, quedan reducidos a gestos de la Conciencia como tal, hasta que incluso el Testimonio o Esencia del reino causal irrumpa en la Gran Muerte del Vacío y tenga lugar la resurrección del estado incomparable pero único obvio del sahaj. Esto se denomina anuttara samkay sambodhi. Éste es el fin de los recursos. En esta transformación final dejan de tener lugar en todas partes las traducciones exclusivas, porque el traductor ha muerto. El espejo y su reflejo son una y la misma cosa.
Y así procede la meditación, que es simplemente un desarrollo superior, una evolución superior; una transformación de unidad en unidad, hasta que sólo existe la simple Unidad, en cuyo momento Brahma, en un alarde imperceptible de reconocimiento y último recuerdo, sonríe para sí en silencio, cierra los ojos, respira profundamente y se proyecta hacia el exterior por enésima vez, perdiéndose en sus propias manifestaciones para deporte y juego de todo lo que existe. Entonces prosigue la evolución, transformación tras transformación, recordando más y más, hasta que todas y cada una de las almas recuerden a Buda, como Buda, en Buda, en cuyo momento no hay Buda ni alma. Y ésa es la transformación final. Cuando el maestro del Zen Fa‑ch'ang agonizaba, una ardilla rechinaba en el tejado y dijo: «Esto es todo y nada más».

Ken Wilber

miércoles, 18 de agosto de 2010

Todo tiene su Tiempo


Dice el libro del Eclesiastés que todo tiene su tiempo, y que todo cuanto nace bajo el sol su momento. Y siento que una etapa de mi vida ha llegado a su fin, y que estoy en otra nueva que apenas estoy vislumbrando, una en la que mi propio yo será diferente, donde el proyecto Atman se actualizará una vez más mientras no logre vislumbrar a Brahma, hasta llegar al final del camino de la remembranza.

Hay un tiempo para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol:

Un tiempo para nacer y un tiempo para morir,
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado;
un tiempo para matar y un tiempo para curar,
un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;
un tiempo para llorar y un tiempo para reir,
un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar;
un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas,
un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse;
un tiempo para buscar y un tiempo para perder,
un tiempo para guardar y un tiempo para tirar;
un tiempo para rasgar y un tiempo para coser,
un tiempo para callar y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar y un tiempo para odiar,
un tiempo de guerra y un tiempo de paz.
Eclesiastes 3, 1-8

Pongámosle una vela a la eternidad.

Por Pablo Nebreda

jueves, 12 de agosto de 2010

Yoga Iyengar - "El Yoga de la Perfección"


















La práctica del Iyengar Yoga en Occidente comenzó en los años 60 gracias al maestro B.K.S. Iyengar que, en la actualidad, sigue enseñando en Pune (India) Esta rama del Yoga se caracteriza por la precisión en la adopción de las posturas. Los ajustes sutiles y meticulosos que se realizan en la alineación corporal permiten conseguir el equilibrio con menos esfuerzo muscular y más estabilidad.
De acuerdo con el Iyengar Yoga "debes observar y corregir la postura del cuerpo con la ayuda de los millones de ojos que tienes en forma de células". Hay una observación simultánea y constante de todos los movimientos y detalles técnicos que componen una postura o un ejercicio respiratorio, pero al mismo tiempo se mantiene la pasividad completa del cerebro y de sus órganos de expresión (fundamentalmente ojos y oídos), y el control de la respiración.
la precisión técnica del Iyengar Yoga implica en la ejecución:

  • Un correcto posicionamiento del cuerpo, con intensidad de acción (garantía de salud)
  • Una actitud de observación permanente de dicha acción, con intensidad de percepción (implicación mental aguda).
  • Relajación de los nervios, aun en la acción y percepción intensas (calma e introversión de los órganos de los sentidos).


El Iyengar Terapéutico

La rama Iyengar también considera el Yoga como un recurso terapéutico e integra en su práctica los diferentes aspectos de la existencia (física, emocional, mental y espiritual) Existen series de posturas beneficiosas para diferentes trastornos o enfermedades como dolor de espalda, insomnio, hipertensión arterial, ansiedad, hipertiroidismo, etc. "El sisya (discípulo) debe poseer, por encima de todo, tesoro, moderación y humildad. El amor engendra valor, la moderación crea abundancia y la humildad genera poder. Valor sin amor es brutalidad. Abundancia sin moderación conduce a la excesiva autoindulgencia y a la degeneración. El poder sin humildad da origen a la arrogancia y la tiranía. El auténtico sisya aprende de su gurú (maestro) un poder que ya no le abandonará nunca más, pues está regresando al Uno Original, a la Fuente de su Ser" (Yoga cien por cien, Editorial Miguel Arimany).

Las ayudas en el Yoga Iyengar

En las clases de Iyengar se utilizan "props" (elementos y apoyos) para hacer más accesibles las asanas. Las cuerdas, cinturones, cojines, mantas, almohadillas de espuma, bloques de madera y sillas proporcionan soporte al alumno para que respire con total libertad en la postura. Entonces se recomienda que "el cuerpo sea el hacedor, y el cerebro el observador".
Los beneficios terapéuticos de las "props" son:

  • Flexibilizan la columna permitiendo superar su rigidez.
  • Previenen las lesiones de las cervicales en las posturas invertidas.
  • Alivian los dolores crónicos de columna, musculares, articulares, de tendones, etcétera.
  • Cada alumno puede llegar a su límite personal de máxima extensión de los músculos y articulaciones comprometidos en cada asana.
  • Sirven para el precalentamiento corporal.
  • Ayudan a permanecer en la postura durante un tiempo más prolongado.
  • Son muy recomendables para los practicantes con necesidades especiales, lesionados o con limitaciones estructurales, para que puedan experimentar la postura con total seguridad.

Algunos de las ayudas empleadas en el Yoga Iyengar son:

  • Backbending Bench o Banco Delfín: alivia los dolores crónicos de espalda y también es efectivo para la escoliosis. Expande el pecho y la zona lumbar. Es muy útil para el estiramiento de los hombros.
  • Bolsters: almohadones que se utilizan como apoyo o sostén para facilitar la práctica.
    Silla: es una gran ayuda para realizar torsiones, posturas de pie, flexiones hacia atrás y hacia delante. Permite estar en posiciones invertidas como Sarvangasana (la vela) o Halasana (el arado) durante más tiempo, generando un mayor estímulo de las glándulas tiroides y paratiroides.
  • Forward Bender: favorece la extensión de la columna hacia delante, haciendo que los dos lados se estiren de forma simétrica.
  • Sticky Mats (alfombras de goma): es la superficie ideal para practicar Yoga puesto que, al ser de goma, impide el deslizamiento de manos y pies, y permite un mayor control del cuerpo durante las asanas.
  • Sogas: se utilizan para entrar en calor, elongar, tonificar, doblar la espalda hacia delante o hacia atrás, etc.
  • Columpio de inversión: es un complemento que permite colgarse boca abajo, lo que descomprime las vértebras, favorece el retorno sanguíneo al corazón, oxigena el cerebro y previene el envejecimiento prematuro.
  • Ladrillos de madera: elevan diferentes partes del cuerpo para poder realizar las asanas de una manera más efectiva y segura.

El creador del Yoga Iyengar

Bellur Krishnamachar Sundararaja Iyengar nació el 14 de diciembre de 1918. Su padre, Sri Krishnamachar, era maestro de escuela. Sundararaja fue un niño que no gozó de buena salud durante su infancia. De constitución débil sufrió malaria, tifus y tuberculosis. A los 16 años comenzó a practicar Yoga con el marido de su hermana mayor, Sri T. Krishnamacharya, al que se reconoce como el gran maestro de maestros del siglo XX. También fueron discípulos de Krishnamacharya Pathabhi Jois (creador del Ashtanga Yoga) y Desikachar (uno de sus hijos)
Un encuentro casual con el maestro de violín Yehudi Menuhin, en 1952, fue decisivo para que Iyengar comenzara a enseñar Yoga en Occidente. En 1955 Iyengar hizo una demostración de Yoga ante Nikita Khrushchev. Su libro Light on Yoga ("Luz sobre el Yoga") se publicó por primera vez en 1966. Le siguieron, en 1981, Light on Pranayama y, en 1993, Light on the Yoga Sutras of Patanjali.
A pesar de su avanzada edad, el maestro Iyengar continúa enseñando periódicamente, guiando a sus alumnos y a sus alumnos-profesores en clases masivas que dirige en diferentes lugares del mundo y también en el Ramamani Iyengar Memorial Yoga Institute, en Pune (India), junto a sus hijos Gesta y Prashant. En 1996 se fundó la Asociación Española de Yoga Iyengar, la única en nuestro país reconocida por B.K.S. Iyengar. En 1998, cuando cumplió 80 años, dio un curso a ochocientos alumnos durante una semana. Y en el 2000, dirigió un curso especial para profesores especialistas de Yoga Iyengar de casi cuarenta países.

Daya Kaur

Periodista, profesora de Yoga, creadora del programa YogayMovimiento®, instructora de Pilates y formadora de la Federación Madrileña de Gimnasia.

viernes, 6 de agosto de 2010

El Silencio Habla


Cuando pierdes contacto con la quietud interior, pierdes contacto contigo mismo. Cuando pierdes contacto contigo mismo, te pierdes en el mundo.Tu sentido más interno de ti mismo, tu sentido de quién eres, es inseparable de la quietud. Ése es el Yo Soy que es más profundo que el nombre y la forma.La quietud es tu naturaleza esencial. ¿Qué es la quietud? El espacio interno o conciencia en el que las palabras de esta página son percibidas y se convierten en pensamientos. Sin esa conciencia, no habría percepción, ni pensamientos, ni mundo. Tú eres esa conciencia, disfrazada de persona.El equivalente del ruido externo es el ruido interno del pensamiento. El equivalente del silencio externo es la quietud interna. Cuando quiera que haya silencio a tu alrededor, escúchalo. Esto significa que, simplemente, has de darte cuenta de él. Préstale atención. Escuchar el silencio despierta la dimensión de quietud dentro de ti, porque sólo la quietud te permite ser consciente del silencio. Observa que en el momento de darte cuenta del silencio que te rodea, no estás pensando. Eres consciente, pero no piensas. Cuando te das cuenta del silencio, se produce inmediatamente ese estado de serena alerta interna. Estás presente. Has salido de miles de años de condicionamiento colectivo humano. Mira un árbol, una flor, una planta. Deja que tu conciencia descanse en ellos. ¡Qué quietud manifiestan, qué profundamente enraizados están en el Ser! Permite que la naturaleza te enseñe la quietud. Cuando miras un árbol y percibes su quietud, tú mismo te aquietas. Conectas con él a un nivel muy profundo. Te sientes unido a cualquier cosa que percibes en y a través de la quietud. Sentir tu unidad de ti mismo con todas las cosas es verdadero amor. El silencio ayuda, pero no es necesario para hallar la quietud. Aunque haya ruido, puedes sintonizar con la quietud subyacente, el espacio en el que surge el ruido. Ese es el espacio interno de pura conciencia, la conciencia misma. Puedes darte cuenta de que la conciencia es el trasfondo de todas tus percepciones sensoriales, de toda tu actividad mental. Siendo consciente de la conciencia surge la quietud interna. Cualquier ruido molesto puede ser tan útil como el silencio. ¿Cómo? Abandonando tu resistencia interna al ruido y permitiendo que sea como es; esa aceptación también te lleva al reino de paz interna que es quietud. Cuando aceptas profundamente este momento tal como es --tome la forma que tome--, estás sereno, estás en paz. Presta atención a la pausa: la pausa entre dos pensamientos, al breve y silencioso espacio entre las palabras de una conversación, entre las notas de un piano o de una flauta, o al breve descanso entre la inspiración y la espiración. Cuando prestas atención a esas pausas, la conciencia de «algo» se convierte simplemente en conciencia. Surge de dentro de ti la dimensión informe de pura conciencia y reemplaza la identificación con la forma. La verdadera inteligencia actúa silenciosamente. Es en la quietud donde encontramos la creatividad y la solución a los problemas. ¿Es la quietud tan sólo ausencia de ruido y contenido? No; es la inteligencia misma: la conciencia subyacente de la que nace toda forma. ¿Y cómo podría eso estar separado de quien tú eres? De allí salió la forma que crees ser, y lo que la sustenta. Es la esencia de todas las galaxias y de las hojas de hierba; de todas las flores, árboles, pájaros, y de todas las demás formas.La quietud es la única cosa de este mundo que no tiene forma. Pero en realidad no es una cosa, y tampoco es de este mundo. Cuando miras un árbol o un ser humano desde la quietud, ¿quién está mirando? Algo más profundo que la persona. La conciencia está mirando a su creación. En la Biblia se dice que Dios creó el mundo y vio que era bueno. Eso es lo que ves cuando miras sin pensamiento, desde la quietud. ¿Necesitas más conocimiento? ¿Crees que más información, u ordenadores más rápidos, o más análisis científicos e intelectuales van a salvar al mundo? ¿No es sabiduría lo que más necesita la humanidad en estos momentos? Pero ¿qué es la sabiduría? ¿Dónde se encuentra? La sabiduría viene cuando uno es capaz de aquietarse. Sólo mira, sólo escucha. No hace falta nada más. Aquietarse, mirar y escuchar activa la inteligencia no conceptual que anida dentro de ti. Deja que la quietud dirija tuspalabras y tus acciones.


El Silencio Habla
Título Original: "Stillness Speaks"
2003, Eckhart Tolle

domingo, 1 de agosto de 2010

Visión Túnel


Osho dice:
"Si te has acostumbrado a pasar por una puerta, creas una especie de visión túnel: no puedes ver ninguna otra puerta. Sólo ves esa puerta, te vuelves inconsciente de las otras. Y cuando ésa puerta única se cierra entras en pánico a causa de tu visión túnel. El hombre que se está buscando a sí mismo tiene que aprender a abandonar la visión túnel, tiene que aprender a permanecer alerta y disponible a todas las posibilidades.
Si una puerta se cierra, diez puertas se abren inmediatamente para ti. Ésta no es una declaración filosófica, es simplemente un hecho. Pero tú sólo miras a través de tu pasado. Estás tan obsesionado por el pasado que no puedes ver que se están abriendo otras puertas. Ni siquiera puedes creer que hay otras puertas. Sólo conoces una puerta y esta se ha vuelto familiar para ti, te has habituado a ella.Ahora se cierra, y hay gran dolor, gran miedo y gran agonía. La agonía no está ocurriendo porque la puerta está cerrada, la agonía está ocurriendo porque tú tienes visión túnel. Permite que tus ojos sean un poco más amplios.
Las puertas viejas tienen que cerrarse, de no ser así, ¿cómo crecerás y ascenderás? Si sigues pasando siempre por la misma puerta, entonces no es posible la transformación. Las puertas deberán cerrarse para que te veas forzado a moverte desde un nuevo ángulo hacia una nueva dimensión.Es asi que cuando una puerta se cierra otras diez deben haberse abierto ... entonces abandonando tu visión túnel empieza a mirar alrededor buscando las puertas que deben haberse abierto ... y esa es la única medicina ante el miedo. Eso es confianza .... confianza en la vida".


Unión Mística ( Ediciones Luz de Luna)