"The decision to relax rather than to grip even in the face of impatience or fear is a conscious and brave choice" B.K.S. Iyengar

sábado, 28 de mayo de 2011

Cambiando Hábitos Negativos


Siempre que quieras cambiar un patrón de la mente que se ha convertido en un hábito duradero, la respiración es lo mejor. Todos los hábitos mentales están asociados con el patrón de respiración. Cambia el patrón de respiración y la mente cambiará inmediatamente, instantáneamente. ¡Inténtalo!

Siempre que observes que esté surgiendo en ti un juicio y que estés cayendo en un viejo hábito, exhala inmediatamente, como si estuvieras tirando el juicio con la exhalación. Exhala profundamente, jalando el estómago y, conforme sacas el aire, siente o visualiza cómo todo el juicio está siendo expelido.

Después inhala profundamente dos o tres veces. Simplemente ve qué pasa. Sentirás una frescura completa; el viejo hábito no habrá logrado tomar posesión. Comienza con la exhalación, no con la inhalación. Cuando quieras absorber algo, empieza con la inhalación; cuando quieras deshacerte de algo, comienza con la exhalación. Sólo mira la manera inmediata en que es afectada la mente. Inmediatamente verás que ésta se ha movido a otro lugar; ha llegado una nueva brisa. No te encuentras en la vieja rutina así que no repetirás el viejo hábito. Esto sucede con todos los hábitos. Por ejemplo, si fumas y sientes la necesidad de fumar pero no quieres, inmediatamente exhala profundamente y expele la necesidad. Respira profundamente y verás que la necesidad ha desaparecido de manera inmediata. Esta puede convertirse en una herramienta sumamente importante para el cambio interno.

Osho – Tónico para el alma

sábado, 21 de mayo de 2011

El Gran Diseño



En la diversidad de los acontecimientos y sucesos muchas veces nos sentimos envueltos en un desorden, cual si nada tuviera un sentido y el vivir no fuera más que una serie de hechos azarosos que nos suben y bajan, nos llevan y traen en un caprichoso movimiento que no logramos entender ni descifrar. Nos vemos “envueltos” en circunstancias que nos hacen sufrir y no entendemos porqué. Así nos debatimos en una sensación de injusticia, o de estar inmersos en un macabro e impredecible juego en que nos convertimos en marionetas de un movimiento sin razón. ¿Por qué me pasa esto a mi, por qué la vida es tan injusta? Unidos a la idea de que no merecemos estos dolores o inconvenientes suelen ser los pensamientos que acompañan estos tránsitos. Nada parece tener sentido ni concierto en los momentos en que nos perdemos en los laberintos de las cosas que nos ocurren.
Sin embargo, muchos de aquellos que han logrado ver más allá, tanto desde la ciencia como desde la espiritualidad nos hablan de que este Todo que es el universo del cual el ser humano forma parte, está en constante movimiento, creando y destruyendo para volver a crear en niveles más ricos y complejos, de que la vida tiene sus caminos y que trás el aparente caos se oculta un gran sentido, cual si trás los pequeños hilos y sucesos de la trama, se fuera desplegando un diseño, una obra de arte, un gran concierto. Desde esa Visión amplia y elevada, donde es posible ver el acontecer ya no desde el valle, sino desde lo alto de un monte es posible comprender como cada piedra, cada recodo del camino, cada éxito o fracaso van gestando un trayecto coherente de aprendizajes en voluntad, sabiduría y amor.
Si tuviéramos la grandeza de juzgar desde aquí, muchas cosas que pensamos como negativas se transmutarían en oportunidades de evolución. Desde esta perspectiva, dejaríamos de juzgar los acontecimientos de nuestra vida como “buenos” o “malos” y simplemente aceptaríamos que nos toquen, nos movilicen, nos transformen nos muestren nuevos aspectos de nosotros y los demás. Viviríamos así conscientes de que tras cada suceso se esconden aprendizajes y experiencias que si vivimos con la conciencia despierta nos dejarán regalos insospechados. Sólo con el transcurso del tiempo podremos dilucidar el tesoro que las distintas vivencias nos dejaron y comprender el sentido que ellas tuvieron en nuestro proceso.
¿Es mejor ser rico o pobre?, ¿el triunfo o el fracaso?, ¿una vida fácil o esforzada?. Desde esta perspectiva ya no es tan fácil responder a estas preguntas que en una cultura hedonista e inmediatista se responden sin dejar lugar a dudas. La enfermedad y la salud, el placer y el dolor , el éxito y el fracaso son parte del vivir y todo esto tiene algún sentido en el trazado de nuestras vidas, trazado que sólo podremos Ver en la medida que tengamos la suficiente amplitud y desapego del efecto que nos producen las vivencias particulares, es decir en tanto podamos no dejarnos arrollar completamente por la emoción, sino que junto con ella, activar la conciencia de que algún nuevo aspecto : comprensión, coraje, voluntad, humildad, esfuerzo iremos desarrollando con esa situación en particular. No se trata de dejar de sentir , sino que de agregarle a éste una visión de contexto que nos permita comprender la vida como una instancia de evolución y expansión en el amor y la creatividad.



viernes, 13 de mayo de 2011

Los Falsos Caminos




Es falso que la felicidad se encuentre en las posesiones materiales, o en la escalada por el éxito, o en llegar más lejos que los demás, o en ser el mejor, o en la apariencia, o el éxito económico, o en la comodidad, o en los panoramas, viajes, en el prestigio intelectual, o académico o funcionario.
Uno de los grandes dramas humanos es la búsqueda de la felicidad sobre falsos caminos y falsas bases. Buscando la felicidad como algo exterior, dependiente de ciertas circunstancias y situaciones sólo encontramos el camino hacia la constante aflicción interior en estados de ansiedad, tensión, angustia, preocupación.
Las metas deseables a realizar, el camino que le trazamos a los niños y jóvenes son ilusorios, pues no conducen a la plenitud personal: alcanzar una posición económica, prestigio, comodidad, como propósitos centrales en la vida sólo implicara estar permanentemente en el parecer, en el esfuerzo agotador. Es falso que encontraremos la felicidad en cualquier cosa que sea exterior, pues la plenitud es un estado interior de realización y coherencia con nuestra Esencia, que resulta de entrar en contacto con la fuerza vital de nuestro Ser, con el entusiasmo que nos lleva a apasionarnos y entregarnos naturalmente a algún propósito, sea este la música, el deporte, el conocimiento, el servicio. Desde donde me siento inspirado para dar lo mejor de mi al medio. La felicidad es el estado natural de nuestro Ser, allí está como un sol irradiante, esperando.
Educamos a los niños guiándolos hacia metas falsas, les enseñamos a reprimir su vocación, a poner el objetivo de sus vidas en metas exteriores, a enterrar su natural capacidad de vibrar con el aprender, o hacer. Las universidades suelen ser lugares donde los egos competitivos se exacerban, donde los jóvenes agobiados por aprobar y no ser expulsados pierden el entusiasmo inicial en su área de estudio. El campo laboral se transforma en una feroz batalla por competir, aplastar, sobresalir, ganar.
La felicidad brota como un estado natural cuando nos encontramos con nuestra íntima verdad, donde la bondad, el amor, la creatividad surgen de un espacio interior de paz.Solemos pensar que las personas en situación de pobreza son quienes carecen de bienes, pero hay una miseria mucho peor, aquella de quienes viven presionados, enmascarados, recubiertos, ansiosos y agotados, tanto que perdieron el contacto con la capacidad de amar, de vibrar con la vida, de aceptar y agradecer cada momento, allí está la verdadera miseria de nuestros tiempos.





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martes, 3 de mayo de 2011

La Fuente de la Felicidad

En la vorágine de movimiento en que habitualmente estamos inmersos, ya sea por las actividades propias de la vida en la ciudad, o por algo mucho más sutil e invisible, la fluctuación permanente de nuestros estados emocionales y mentales, es importante saber que es posible contactar con un centro personal de quietud y serenidad que está siempre presente, podríamos decir, esperándonos.
A este centro sereno, sabio, desapegado, amoroso le podemos llamar alma. No se trata de un concepto que tenga que ver con una creencia determinada, sino de un estado de conciencia que es posible experimentar en la medida que acallamos el ruido psíquico. Las prácticas de relajación física, emocional y centración mental son una gran ayuda para ello. La idea es parar el movimiento de las ideas y emociones para darle espacio a ese sol central, radiante y amplio que siempre ha estado allí, pues es el centro mismo de nuestra psiquis, lo que nos define como seres únicos y al mismo tiempo conectados con las grandes dinámicas del cosmos.El contacto con este centro de serenidad interior provoca cambios vitales en el modo en que nos entendemos a nosotros mismos y la vida, y por ello suscita con el tiempo una transformación radical en relación a nuestro sentido de vida, nuestras prioridades, el modo en que educamos a los hijos, la distribución del tiempo, cómo ganamos y gastamos el dinero. Quizás muchos de nosotros hayamos tenido chispazos de esta vivencia en que nos hemos sentido unidos a todo, en paz, en plenitud y confianza hacia la vida, si estos chispazos pasan a ser experiencias cada vez más constantes, nos percataremos que el universo es una red de la cual formamos parte, y se abrirá una cálida vivencia de amor por todos los seres. Con ello, la necesidad de dar, de aportar, de darle un sentido más amplio a la vida, un sentido que tenga relación con el bien mayor, aún cuando nuestros actos sean locales surge el imperativo de donarlos para el bien del todo. Me doy cuenta, por ejemplo, que si todo está interrelacionado, hasta los actos más simples del vivir cotodiano van a afectar a todo el planeta, los gestos, las motivaciones, los pequeños y grandes actos importan, todo importa, puesto que todo se transmite a la red total.
Al sentirnos conectados con la vida podemos vivir los períodos de soledad como etapas plenas, nutricias en que estamos solos, pero no por ello aislados o desconectados, sino que en profundo contacto con nosotros mismos y con todo.Desde la vivencia del alma la vida deja de ser percibida con tanto dramatismo y nos damos cuenta que muchas cosas a las cuales damos gran importancia, tanto como para desequilibrarnos, y llevarnos a euforias o depresiones, en realidad son parte de un proceso de evolución, dejamos de identificarnos con el drama del momento para vivirlo con mayor comprensión y con ello, con paz y sabiduría. Aquello que veíamos como algo catastrófico o terrible es integrado como una etapa, fuerte quizás, pero como un período que pasará dejándonos una experiencia más, un aprendizaje. Así podemos decidir mejor y actuar con claridad.
En el centro de nuestra psiquis hay una fuente de paz, sabiduría y amor, esperando que acallemos el ruido, que trabajemos nuestras disonancias, dolores y contradicciones para que podamos llegar a beber de esa agua de vida.



Patricia May