La aceptación de uno mismo es un aspecto central en la madurez humana. Se
trata de uno de los trabajos psicológicos más arduos para la mayoría de las
personas, aceptar el propio cuerpo, las características de base, las falencias,
así como los dones. A pesar de que las personas conscientes suelen trabajar en
torno a esto desde jóvenes, la integración y aceptación de base respecto de
nuestras condicionantes suele ocurrir en la crisis de la mitad de la vida,
alrededor de los 40 años. Cuando este proceso es bien resuelto, un sentimiento
de paz, de caminar con dignidad, de relajación, de aceptación de nuestra
historia, de comprensión y amor hacia nuestros padres, de ser libres de trabas,
culpas y vergüenzas nos acompaña y desde ahí podemos seguir creando nuestra vida
en una plenitud no antes conocida.
En cambio, cuando este proceso no se completa, la persona camina desde bases
poco sólidas, desde el ocultamiento ante sí misma y los demás de su propia
naturaleza, entonces surge la simulación, el constante disfrazarse y fingir para
simular características falsas, como una falsa edad, apariencia física, falsa
situación socioeconómica, falso conocimiento intelectual, cultura, falsa
preocupación por los otros, falsa bondad, falsa perfección e impecabilidad. Todo
esto se traduce en una disociación entre pensamiento, emoción y acción, no
pensar ni sentir lo que se hace, lo que produce relaciones humanas tensas,
egocéntricas, narcisistas y faltas de contacto real y de amor.
La maduración en relación a la propia identidad es también un proceso que
deben realizar los grupos, familias, países y naciones para generar una nota
clara, un aporte sólido, un ir creando relaciones y redes desde un sentimiento
de dignidad y coherencia.
Esta es una de las tareas que nos aguardan como psiquis colectiva, descender,
como en el mito de Quetzalcoatl a rescatar los huesos de nuestros antepasados,
encontrar las virtudes y alturas de nuestras raíces para caminar dignos, con la
frente en alto, claros de lo propio, de la particularidad de nuestra identidad y
del aporte que desde ahí podemos hacer al mundo.
Patricia May - www.patriciamay.cl