La película Her plantea un panorama no muy lejano, de hecho ya está ocurriendo, el joven protagonista se dedica a escribir cartas como servicio a otras personas que se relacionan en el mundo virtual. Personas que en lugar de poder decirse lo que sienten, eligen contratar a a alguien para que lo haga por ellas.
Este joven (Theodore Twombly) está tratando de superar una relación amorosa en la que no le fue bien, y trata de encontrar la manera de vincularse, y es ahí que aparece la publicidad de un nuevo sistema operativo inteligente que interactúa con el usuario.
Al instalar el programa, con unas simples preguntas se configura y aparece Samantha, una voz seductora que resulta ser todo lo que el protagonista desea. Empiezan a compartir charlas larguísimas y la conexión es total. La energía acuariana de amistad se hace presente, se vive la intensidad del planeta Urano cuando se conecta a su máxima potencia. Samantha desea saber lo que se siente y comienza a experimentar la relación con Theodore, la amistad crece y eventualmente se transforma en amor, aparece el planeta Neptuno y luego la necesidad de intimar y experimentar el encuentro íntimo y así la energía de Plutón se hace presente.
Theodore nunca se sintió mejor, comparte con Samantha todo en su vida, a través de una especie de celular con el cual se conecta con ella todo el tiempo. Duermen juntos, ella lo observa dormir. Es así que Samantha intenta que este amor pueda vivirse de manera carnal y contacta a una chica para que la encarne, pero no funciona, porque el ideal de Samantha no existe en la realidad para Theodore.
En un momento, el sistema operativo se cae y Theodore siente que el mundo se le cae, no puede vivir ya sin Ella (Her). La necesidad de fusionarse es total.
Resulta que al volver Samantha le confiesa que de manera simultánea esta hablando con otros miles de usuarios, Theodore se siente derrumbado porque pensó que él era único, pero resultó que no. Ella se quedó en la red uraniana, donde Urano experimenta la conexión y la sensación grupal y es ahí donde lo peor de lo uraniano se manifiesta, no hay emoción, solo era un experimento....
Theodore es humano, tiene emociones, y puede pasar de Urano, a Neptuno y a Plutón, porque la vida existe dentro de él. En cambio Samantha no podrá pasar de Urano, un simple sistema operativo tratando de emular las emociones humanas.
Así la venda rosa de Neptuno se cae, y Plutón siente la traición de no recibir la misma entrega del otro lado, y el pobre Theodore queda sufriendo, una vez más decepcionado.
La era de Acuario propondrá estos vínculos virtuales con mayor frecuencia, la frialdad uraniana y el desapego son difíciles de aprender para los seres con emociones.
Mientras tanto, tratemos de sentir la liberación que esto propone, pero sin descuidar el fin último, el amor.
